El gallo de oro es el nombre de la editorial que ha editado el
poemario La palabra muda de mi
querido amigo, el escritor Antonio Enrique. Gallo
de viento es el nombre de la calle donde actualmente reside, en Guadix.
Para la simbología, el gallo
representa la superación de las tinieblas y de la oscuridad. Así mismo, entre
los pueblos del continente europeo, el gallo se asocia a la arrogancia y la
prepotencia del poder. Por eso creo que La palabra muda está relacionada con
estas dos ideas, pues por un lado, el poemario ve la luz para exorcizar las
tinieblas del holocausto. Y no sólo el judío, sino cualquier otro de los muchos
que están aconteciendo en nuestros días. Por otro lado, el holocausto, los
holocaustos son siempre consecuencia del abuso de poder, la intolerancia y el
fanatismo. El gallo es, sin duda, el
símbolo arcano de esta obra.
En la nota a la edición de los
preliminares, el autor nos aclara que La
palabra muda es una prolongación de dos de sus poemarios anteriores: El
reloj del infierno y Al otro lado del mundo; dos libros, a mi parecer,
visionaros e impregnados de una atmósfera similar a este. La palabra maldita es
la palabra muda, el tabú, lo que no puede pronunciarse.
Los veintidós poemas que lo
componen están articulados en las veintidós letras del alfabeto judío pero
puede considerarse un solo poema prolongado en veintidós ideas. Un poema que
comienza con “El horror” y termina con “La colmena maldita”. Los dos últimos
versos del poemario no pueden ser más concluyentes:
“Yo lo pongo aquí para que no se olvide
y que el viento
no socave el olivo de la paz.”
Cada poema es una denuncia, un
fotograma simbólico de los horrores en los campos de exterminio hechos palabra;
esa palabra que deja de ser muda en los versos del poeta, versos como llagas
que van cicatrizando, dolor que florece en la poesía. Antonio pone nombre al
horror hasta ahora silenciado por tan hondo y espantoso. Levanta la losa de un
sepulcro salitroso y oscuro, donde los miasmas de las emociones parecen seguir
flotando. Lo hace con palabras de luz y de brisa…
“ Hombres y mujeres
se abrazan.
Porque el amor une más
que la muerte
se abrazan.”
Y la belleza de los versos supera
al terror mudo de los hechos, porque para nombrar las emociones se necesita un
lenguaje cifrado que sólo el corazón entiende…
“Tú
eres quien Dios escogió
para reclinar mi cabeza.
Tú eres el resplandor de mi pobreza,
tú la gloria de mi miseria,
la dulce y tibia niebla
de mi desamparo.”
Un lenguaje cifrado que recuerda
ese otro de las profecías. Los poemas de La
palabra muda parecen profecías póstumas del desastre.
“En la noche aciaga de los barracones
vivimos en un tiempo otro,
el de la edad marchita.
Pues por joven que seas,
cuando vas a morir
ya eres un anciano”
Un poemario singular tocado por
la inspiración de principio a fin. Un relato que sobrecoge de principio a fin, por
sus impactantes imágenes. Una obra que contiene tanto épica como lírica: la
épica de un pueblo devastado por un sufrimiento sin parangón. La lírica de unos
versos que, como arcos de un violín, rozan las cuerdas de la emoción hasta que
se desata en lágrimas redentoras.
Shalom.
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