La casa


La casa miraba con ojos muy abiertos a la calle. Cerrada durante varias décadas había dormido un plácido sueño poblado de recuerdos. A un golpe de viento su boca bostezó al fin, abriéndose de par en par al mundo. Tomó un sorbo de lluvia, comió la hiedra verde que la tierra le ofreció y se dejó peinar por las altas ramas de un sauce centenario. La sonrisas congeladas de sus viejos habitantes saludaban tras los cristales de amarillas fotografías. La melancolía caminaba descalza por los pasillos, ahuyentando las polillas. La casa respiraba, por fin la luz entró en sus estancias. Parece que fue ayer, decían las cortinas sacudiéndose el olor a naftalina.
Carmen Hernández Montalbán

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