Comentario a Los anillos de Saturno, por Mónica Doña


“LOS ANILLOS DE SATURNO”, me ha sorprendido por su valentía y variedad de registros. Está dividido en tres partes bien definidas y distintas. En la primera parte, de donde se extrae el título del libro, Carmen Hernández Montalbán, que no se anda con chiquitas, denuncia un mundo atroz y deshumanizado, instalado en la locura y la destrucción: guerras, cárceles, humillaciones, ciudades reducidas a escombros y como la poeta escribe: “hombres isla encapsulados en un mar de soledad”, versos del poema PERDIDOS que espero nos lea. Aquí, hasta el propio lenguaje utilizado es bronco. Hay otro poema titulado TREGUA que no sé por qué, me ha llevado a visualizar el propio paisaje de las tierras de Guadix, que nos remite, queramos o no, a tiempos primigenios, a orígenes humanos. Leo la primera estrofa:
“Mirando desde aquí,
desde la burbuja de arcilla
donde las cicatrices milenarias
nos hablan de la vida,
parece que el bullicio
de esta era confusa
solo fuera el eco
de un delirio remoto”.
Desde luego, querida Carmen, si yo hubiese escrito este conjunto de poemas, estoy segura que habría acabado exhausta.
Y pasamos a la segunda parte del libro que nuestra autora titula “EL MERCADER ALADO” y que no es otro que Mercurio, el dios del comercio en la mitología romana, representado siempre con alas en los pies. Aquí, es un personaje avaro que ríe a carcajadas y se asocia a la codicia de nuestro tiempo. Hay en esta segunda parte un cambio de tono: de la clara y rotunda denuncia, se pasa a una actitud crítica en donde la poeta se sirve del sarcasmo y algo de sátira para hablar de una sociedad enferma, corrompida por el desaforado consumo. He aquí el capitalismo neoliberal al desnudo que nos convierte en dígitos, que nos lanza mensajes que –en palabras de nuestra autora- son “un atentado neuronal”. Me ha llamado la atención un símil original y muy didáctico que señalaré de forma no literal: “Nuestro cerebro absorbe el mensaje sin filtrar, como absorbe el detergente una lavadora”, nos dice con ligeras variaciones, Carmen, en su poema aludido: ATENTADO NEURONAL.
En esta parte también se juega a hacer rimas consonantes; aparentemente resulta extraño cuando se está leyendo verso libre. Aunque lo llame juego, es un recurso más que consigue  acrecentar el tono sarcástico de estos poemas que también rozan el humor negro. En resumen, diría que Mercurio -el Mercado Mundo-, se ríe de nosotros y nosotros nos defendemos como podemos.
Y llegamos a la tercera parte donde de nuevo hay un cambio de registro. Bajo el título LAS LÁGRIMAS DE VENUS, desfilan unos poemas más líricos y a la vez, más cercanos. Casi domésticos comparados con los anteriores. Aquí nos encontramos, al fin, con un canto a la vida, a la poesía, a la naturaleza más amable convertida en árbol o lluvia. También al goce de los sentidos y a la belleza de lo efímero. Se recobra la mirada interior y se consigue, por ejemplo, en el espléndido poema MIMISICO –al parecer, un gatito-, hacer de una casa un universo.
He aquí la poesía, he aquí el poeta y su maravilloso estigma: hurgar en las llagas y ser “como un faro en la tormenta”.


GENEALOGÍA