“LOS
ANILLOS DE SATURNO”, me ha sorprendido por su valentía y variedad de registros.
Está dividido en tres partes bien definidas y distintas. En la primera parte,
de donde se extrae el título del libro, Carmen Hernández Montalbán, que no se anda con chiquitas,
denuncia un mundo atroz y deshumanizado, instalado en la locura y la
destrucción: guerras, cárceles, humillaciones, ciudades reducidas a escombros y
como la poeta escribe: “hombres isla encapsulados en un mar de soledad”, versos
del poema PERDIDOS que espero nos lea. Aquí, hasta el propio lenguaje utilizado
es bronco. Hay otro poema titulado TREGUA que no sé por qué, me ha llevado a
visualizar el propio paisaje de las tierras de Guadix, que nos remite, queramos
o no, a tiempos primigenios, a orígenes humanos. Leo la primera estrofa:
“Mirando
desde aquí,
desde
la burbuja de arcilla
donde
las cicatrices milenarias
nos
hablan de la vida,
parece
que el bullicio
de
esta era confusa
solo
fuera el eco
de un
delirio remoto”.
Desde
luego, querida Carmen, si yo hubiese escrito este conjunto de poemas, estoy
segura que habría acabado exhausta.
Y
pasamos a la segunda parte del libro que nuestra autora titula “EL MERCADER
ALADO” y que no es otro que Mercurio, el dios del comercio en la mitología
romana, representado siempre con alas en los pies. Aquí, es un personaje avaro
que ríe a carcajadas y se asocia a la codicia de nuestro tiempo. Hay en esta
segunda parte un cambio de tono: de la clara y rotunda denuncia, se pasa a una
actitud crítica en donde la poeta se sirve del sarcasmo y algo de sátira para
hablar de una sociedad enferma, corrompida por el desaforado consumo. He aquí
el capitalismo neoliberal al desnudo que nos convierte en dígitos, que nos
lanza mensajes que –en palabras de nuestra autora- son “un atentado neuronal”.
Me ha llamado la atención un símil original y muy didáctico que señalaré de
forma no literal: “Nuestro cerebro absorbe el mensaje sin filtrar, como absorbe
el detergente una lavadora”, nos dice con ligeras variaciones, Carmen, en su
poema aludido: ATENTADO NEURONAL.
En
esta parte también se juega a hacer rimas consonantes; aparentemente resulta
extraño cuando se está leyendo verso libre. Aunque lo llame juego, es un recurso
más que consigue acrecentar el tono
sarcástico de estos poemas que también rozan el humor negro. En resumen, diría
que Mercurio -el Mercado Mundo-, se ríe de nosotros y nosotros nos defendemos
como podemos.
Y
llegamos a la tercera parte donde de nuevo hay un cambio de registro. Bajo el
título LAS LÁGRIMAS DE VENUS, desfilan unos poemas más líricos y a la vez, más
cercanos. Casi domésticos comparados con los anteriores. Aquí nos encontramos,
al fin, con un canto a la vida, a la poesía, a la naturaleza más amable convertida
en árbol o lluvia. También al goce de los sentidos y a la belleza de lo
efímero. Se recobra la mirada interior y se consigue, por ejemplo, en el
espléndido poema MIMISICO –al parecer, un gatito-, hacer de una casa un universo.
He
aquí la poesía, he aquí el poeta y su maravilloso estigma: hurgar en las llagas
y ser “como un faro en la tormenta”.
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