CARONTE

TRISTE destino el de Caronte¿Cómo ha de ser eso de conducir las almas en su último viaje? Triste, negro y triste el destino de Caronte. Él testigo de las intrigas, de los odios, de la sed de venganza, testigo del arrepentimiento, de la horrible confesión, de la última danza: la danza de los muertos. Caronte vagará eternamente por las riberas de la Estigia, porque no sabe a dónde va, no conoce, no teme, porque no ve. No sabe, ni sabrá nunca hacia dónde se dirigen esas almas que transporta. ¿Es éste su castigo? ¿O ésta su elección? Ha de ser su castigo, pues triste elección ha de ser navegar a merced de lo imprevisible.
Caonte no habla, Caronte no ve, rema. Rema, ama el silencio y escucha. Escucha las voces de aquellos que han de pasar a la otra orilla. Escucha que la felicidad no es más que un instante de placer antes de la muerte. Y la muerte, un impreciso recuerdo de lo que llamamos vida antes del fin. En su barca ha de transportar lo mismo a reyes que siervos, héroes, ángeles o demonios.
Dicen que en la otra orilla, la luna gigantesca parece un sol imantado de rojo sobre el horizonte. Y que por esta señal, intuyen los condenados que se encuentran a las puertas del infierno. Allí la barca, repleta de muertos,se detiene.
Es la nave de Caronte que no podrá jamás remontar la corriente.
Triste destino el del barquero, que sonámbulo y entre amargas sombras ha de seguir navegando por toda la eternidad.
(De Cuaderno de los Icebergs. 2009)
Dora Hernández Montalbán

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