Mi corazón no puede con la noche del mundo, por DORA HERNÁNDEZ MONTALBÁN



La violencia del mundo me arroja a la cárcel de los peces,
a las profundidades de la sal.
El corazón no puede con tanto fusil,
ni con el silencio de los muertos.
No puede con la sutileza de la tiranía,
ni con el estado de sitio.
Sin embargo, ha de haber otro horizonte posible,
y los héroes han de saber por dónde queda.
La mujer africana, ha de saberlo,
cuando disfraza la muerte
con ropas de vivos colores,
cuando amamanta a sus hijos
con las ubres secas,
cuando prolonga en su delgadez
cual jirafa humana, intentando alcanzar
el ansiado cielo de la abundancia.
Despavorida por el miedo a desvanecerse súbitamente,
y únicamente erguida por la férrea voluntad de sobrevivir.
Ellos deben saberlo, aquellos a quienes ni Dios ampara,
los que se desvanecen sobre la tierra
y a pesar de la misma tierra, vuelven a levantarse,
Pegajosas moscas, pozos secos,
señorean la injusticia del hambre.
El corazón no puede con la noche del mundo,
ni con el miedo de alquitrán.
No puede con el frío de los cuerpos convulsos
por la intemperie del mar,
ni con el insondable misterio de los ojos africanos.
El corazón no conoce mayor violencia
que la indiferencia del ser humano ante el sufrimiento de otro ser.

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