ROJO INTENSO (microrrelato)


“Mina, para caminar conmigo, debes morir en tu respirante vida, y renacer en la mía... Entonces, te doy la vida eterna, el amor imperecedero, el poder de la tormenta y de las bestias de la tierra. Camina conmigo y sé mi amada esposa para siempre.”
“Drácula” Bram Stoker (1847– 1912)

Ocurría tras la siesta, cuando la canícula se derramaba en la tarde, adormeciendo los cuerpos como el opio más puro. Entraba como la brisa, acariciándolas con la intimidad de la mano del amante.
La casa siempre en silencio, un silencio apenas roto por el crujido de algún mueble. Caminaba despacio, sintiendo que el deseo se precipitaba sin remedio. Espiarlas cada tarde, se había convertido en un ritual secreto que ponía en alerta todos sus sentidos. Su cuerpo entero, como un animal al acecho, esperaba el momento oportuno sin emitir el gemido de placer que ya se anticipaba, al presentir la succión enloquecedora que lo transportaría.
Él se desnudaba sin prisa y se acomodaba tras ellas saboreando su contorno, desde al límite de su espalda hasta la nuca. En ese momento tenía la certeza de que el placer quemaba, que su cuerpo era fuego y ellas apenas unas briznas de heno seco presto a arder. Su boca buscaba la profundidad de la espiral que lo engulliría como una hoguera. Tras el mordisco, la luz se tornaba rojo intenso y el lecho era un navío navegando en un mar de llamas.

Texto: Carmen Hernández Montalbán
Dibujo: Elena Hernández Tórres

2 comentarios:

  1. Carmen, has sabido captar el momento, no sabemos si de sufrimiento o placer, previo al mordisco fatal. Rojo intenso, dulce muerte.

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  2. Gracias Pedro, tu opinión me interesa y me alienta!!.

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