Con la novela “Memorias de la
cautiva” la escritora accitana Carmen Hernández Montalbán acaba de ganar el
premio de narrativa de la editorial “Alféizar”. Se trata de un libro impregnado
de principio a fin por una gran sensibilidad femenina (y no por ello feminista
en ninguna de sus páginas). Es una obra llena de sensaciones olfativas, del
gusto, del tacto, y en la cual se recrean maravillosamente las atmósferas de
los distintos lugares donde se desarrolla la acción y también la de la época:
los siglos de Oro.
Las
protagonistas son dos mujeres, Angélica y Ana, de diversas generaciones, pero
con importantes vínculos. Aunque en la novela existe otra protagonista aún más
señera: Guadix.
Conozco bien
Guadix y puedo afirmar que es una ciudad difícil, fría, cerrada, acaso
demasiado viril, aunque tal vez en todo ello se cifre su
hermosura. Pues bien, Carmen Hernández Montalban consigue en las páginas de
estas “Memorias de la cautiva” apresar el alma de esta ciudad cargada de
historia y de misterio.
Pero es que
además de los personajes principales existen en el libro otros de gran interés
y fuerza: esas moriscas convertidas sólo a medias a la fe cristiana, esas
criadas, esas sórores, esas señoras linajudas… Toda una galería de retratos
llenos de viveza y con ellos un caudal de verdadera cultura popular: recetas
culinarias antiguas, remedios curativos ajenos a la medicina tradicional,
jaculatorias, refranes… ¡Una delicia!
La obra está
inspirada en la figura del poeta y dramaturgo accitano Antonio Mira de Amezcua,
aunque él mismo apenas aparezca en las páginas del libro. Carmen Hernández
Montalbán trabaja en el archivo Diocesano y Capitular de Guadix y su
experiencia en el trato con legajos de antaño se nota no sólo en el dominio del
léxico áureo y en el conocimiento de las genealogías de los personajes
históricos que se nos presentan, sino también en lo atinente al doctor Mira.
Conoce la autora los estudios de Carlos Asenjo Sedano, Concha Argente del
Castillo y Agustín de la Granja, y de todo este trabajo erudito se vale para
acometer su narración a la que, sin embargo, no le resta ni un ápice de
amenidad. La novela se lee casi de corrido, con interés creciente, sin que la
documentación asimilada ahogue en ningún momento el discurrir de los hechos. Y
es que Carmen Hernández Montalbán sabe mantener el pulso narrativo.
A veces, los
saltos temporales pueden confundir al lector, pero pronto se acostumbra a
ellos.
Jalonan el
texto profundos pensamientos y hermosos símiles y toda la obra se encuentra
salpicada de magia y de sabor.
Sabemos que
la autora tiene en proyecto una nueva novela histórica situada en la Guadix
romana. Yo le recomendaría que también escribiese otra sobre la guerra civil en
la ciudad y crease con ello una gran trilogía accitana.
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